Cada maternidad y paternidad es una aventura única. Cada hijo presenta unas características y unas necesidades diferentes, por lo que actividades que con un niño han podido funcionar, quizá en otros no sea tan efectivo.

Por lo tanto, la primera idea que cada padre o madre debe tener en cuenta es que no pueden ser unos padres perfectos. La perfección no existe en el plano de la educación, por lo que el fin será disfrutar de cada etapa y conocer lo máximo posible a nuestros hijos y a nosotros mismos.

¿Cómo entender a los niños?

La base de todo entendimiento nace del conocimiento.

Por tanto, para conocer a nuestros hijos es necesario aprender a observarlos: sus acciones, sentimientos, reacciones, etc.

¿Cómo estamos reaccionando nosotros a su comportamiento?

Si los niños se sienten bien se comportarán bien.

¿Cómo ayudar a nuestros hijos a sentirse bien?

Para que los niños se sientan bien estos deben sentir que los escuchamos con atención y respeto. Que en ocasiones queremos escuchar simplemente sus ideas, y no siempre vamos a tratar de darles consejo, buscar culpables o intentar imponer nuestras propias soluciones.

Para demostrar esta escucha por nuestra parte debemos ser comprensivos, con respuestas como “comprendo”, “te entiendo”, etc.

Los padres deben entender que las percepciones y sentimientos de los niños pueden ser diferentes a las de ellos.

Otra buena práctica es ayudarle a definir y nombrar sus sentimientos, de la forma más adecuada. El lenguaje da forma a todos aquellos intangibles, pero no debemos olvidar que su lenguaje y vivencias son más limitadas que las nuestras, por lo que debemos evitar frases muy complejas y ser lo más comprensivos y amables posibles.

La empatía es la base de la comunicación con los niños. Necesitan nuestro apoyo y debémos ofrecérselo.

Con estas pequeñas ayudas por parte de un adulto que ellos tengan como referencia, probablemente podrán encontrar la solución a sus preocupaciones de forma independiente.

Consejos para comunicarnos con los niños

  1. Dar ejemplo. Como padres y familiares debemos dar ejemplo con nuestro comportamiento. Teniendo buenos modales y siendo educados.
  2. Mostrar buena actitud. Así haremos sentir al niño que lo respetamos, que es una persona capaz y cuyas ideas y acciones son valiosas.
  3. Dejar que los niños participen en las elecciones de su rutina. Es cierto que hay varias tareas que deben realizarse, pero podemos hablar con el niño cuándo o cómo prefiere hacerlas.
  4. No olvidarnos de su edad. A la hora de dar indicaciones o de asignarle tareas y responsabilidades, tenemos que ser consciente de la edad y las capacidades del niño o niña.
  5. Comunicarnos de forma honesta. No esconder nuestros sentimientos a los niños. Si algo no nos gusta o nos ha molestado, hacérselo saber, aunque ya hablemos con él más tranquilamente del tema cuando nos sintamos mejor.
  6. No dejar de intentarlo. La comunicación es un trabajo de ensayo y error constante. Si el transmitir un concepto de una determinada manera no ha funcionado, debemos probar con otras formas: ejemplos, preguntas, reflexiones… Hasta que consigamos el resultado esperado.

Cada maternidad y paternidad es una aventura única. Cada hijo presenta unas características y unas necesidades diferentes, por lo que actividades que con un niño han podido funcionar, quizá en otros no sea tan efectivo.

Por lo tanto, la primera idea que cada padre o madre debe tener en cuenta es que no pueden ser unos padres perfectos. La perfección no existe en el plano de la educación, por lo que el fin será disfrutar de cada etapa y conocer lo máximo posible a nuestros hijos y a nosotros mismos.

¿Cómo entender a los niños?

La base de todo entendimiento nace del conocimiento.

Por tanto, para conocer a nuestros hijos es necesario aprender a observarlos: sus acciones, sentimientos, reacciones, etc.

¿Cómo estamos reaccionando nosotros a su comportamiento?

Si los niños se sienten bien se comportarán bien.

¿Cómo ayudar a nuestros hijos a sentirse bien?

Para que los niños se sientan bien estos deben sentir que los escuchamos con atención y respeto. Que en ocasiones queremos escuchar simplemente sus ideas, y no siempre vamos a tratar de darles consejo, buscar culpables o intentar imponer nuestras propias soluciones.

Para demostrar esta escucha por nuestra parte debemos ser comprensivos, con respuestas como “comprendo”, “te entiendo”, etc.

Los padres deben entender que las percepciones y sentimientos de los niños pueden ser diferentes a las de ellos.

Otra buena práctica es ayudarle a definir y nombrar sus sentimientos, de la forma más adecuada. El lenguaje da forma a todos aquellos intangibles, pero no debemos olvidar que su lenguaje y vivencias son más limitadas que las nuestras, por lo que debemos evitar frases muy complejas y ser lo más comprensivos y amables posibles.

La empatía es la base de la comunicación con los niños. Necesitan nuestro apoyo y debémos ofrecérselo.

Con estas pequeñas ayudas por parte de un adulto que ellos tengan como referencia, probablemente podrán encontrar la solución a sus preocupaciones de forma independiente.

Consejos para comunicarnos con los niños

  1. Dar ejemplo. Como padres y familiares debemos dar ejemplo con nuestro comportamiento. Teniendo buenos modales y siendo educados.
  2. Mostrar buena actitud. Así haremos sentir al niño que lo respetamos, que es una persona capaz y cuyas ideas y acciones son valiosas.
  3. Dejar que los niños participen en las elecciones de su rutina. Es cierto que hay varias tareas que deben realizarse, pero podemos hablar con el niño cuándo o cómo prefiere hacerlas.
  4. No olvidarnos de su edad. A la hora de dar indicaciones o de asignarle tareas y responsabilidades, tenemos que ser consciente de la edad y las capacidades del niño o niña.
  5. Comunicarnos de forma honesta. No esconder nuestros sentimientos a los niños. Si algo no nos gusta o nos ha molestado, hacérselo saber, aunque ya hablemos con él más tranquilamente del tema cuando nos sintamos mejor.
  6. No dejar de intentarlo. La comunicación es un trabajo de ensayo y error constante. Si el transmitir un concepto de una determinada manera no ha funcionado, debemos probar con otras formas: ejemplos, preguntas, reflexiones… Hasta que consigamos el resultado esperado.

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