Una buena rutina alimentaria es crucial en el desarrollo tanto físico como emocional de los niños, y así lo consideraba María Montessori, quien incluía incluso una acción educativa en este terreno.

Desde un principio, los ambientes Montessori incluían un espacio para la cocina: accesible a todos los niños, ordenado, limpio y con utensilios que los niños puedan utilizar sin riesgo y que vayan adquiriendo destreza y seguridad.

La importancia de los hábitos alimenticios: opciones saludables, nutritivas, con productos de temporada, etc.

El ir variando de alimentos conforme va avanzando el año supone no solo la mejor opción alimentaria, sino también una gran lección para los niños, que aprenden sobre el paso del tiempo, las estaciones del año, etc.

¿Por qué cocinar con los niños?

Cocinar es algo fundamental en la rutina de los adultos y en consecuencia una actividad central del hogar y la vida familiar.

Por tanto, el permitir que los niños colaboren en las labores de cocinado supone numerosos beneficios, que bien merecen el esfuerzo y la paciencia y el dedicarles un espacio organizado.

Cocinar fomenta la autonomía del niño, su independencia, practica sus habilidades matemáticas, de orden, limpieza, agradecimiento a los alimentos, etc.

¿Qué tareas pueden realizar los niños?

Es importante que se les permita participar lo máximo posible en esta actividad.

Todas aquellas tareas que impliquen un orden o seguir secuencias les motivan y entretienen, como por ejemplo:

Además, existen numerosas recetas sencillas que los niños pueden seguir, incluso a partir de los dos años: hacer una ensalada, cortar fruta, pelar huevos o recetas tan divertida en familia como pueden ser preparar una pizza o incluso un pastel.

 Algunos pasos por los que los niños pueden empezar a implicarse, son los siguientes:

Es importante que vayamos introduciendo conceptos y actividades nuevas de forma paulatina, con el vocabulario y ordenes adecuadas a cada momento. ¡Pronto verás el gran progreso del niño!

Adapta un espacio en la cocina

El que los niños tengan un espacio para cocinar: una mesa a su altura, con utensilios de cocina manejables, etc. fomenta su autonomía y su independencia.

Otra idea muy habitual es el acudir a un taburete algo, asegurado por los lados para que el niño no se caiga. De esta forma podrá ver la cocina perfectamente y trabajar en ella.

La idea es enfocar el cocinado y las tareas de la cocina no como una obligación, sino como una actividad tan necesaria como lúdica de realizar juntos en familia.

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